Los residuos que cada día se encuentran los operarios
que utilizan nuestra maquinaria de limpieza viaria
pueden tener efectos devastadores en el medio ambiente. De hecho, algunos de
esos residuos son los culpables de que la supervivencia de muchas especies se
ponga en peligro, de que se intoxique la cadena alimentaria de la que formamos
parte y de que vivamos en entornos más sucios y contaminados. Pero de todos
esos residuos, ¿cuáles son los que más daño causan al planeta? A continuación
te vamos a contar lo que tardan en degradarse algunos de los residuos más
peligrosos y que se encuentran con demasiada frecuencia en las calles que
transitamos.
Chicles
El chicle es una goma que se masca y como tal está
compuesto en un 80% por plástico. El resto de componentes son resinas naturales
y sintéticas, además de azúcar, aromatizantes y colorantes. Cada vez que tiramos
un chicle, además de resultar muy difícil de eliminar por las barredoras de
calle, su degradación y total desaparición tardará de entre 5 y 6 años,
tiempo en el que la acción del oxígeno comenzará por petrificarlo para
posteriormente agrietarlo e ir descomponiéndolo hasta que desaparezca del todo.
Y ahora te planteamos una pregunta muy sencilla, ¿si los
efectos contaminantes de un chicle pueden durar hasta 6 años, no crees que
merece la pena acercarte a la papelera más próxima a depositar el tuyo cuando
te hayas cansado de él?
Colillas
Pues si con el chicle ya nos echábamos las manos a la
cabeza, lo que puede tardar una colilla de tabaco en degradarse nos deja de
piedra: una colilla tarde en degradarse entre 2 y 10 años. ¿Y a qué se debe esa
abanico de tiempo tan amplio? Pues a diferentes factores. Cada marca de tabaco
combina de manera diferente las más de 4.000 sustancias químicas que compone un
pitillo (nicotina, alquitrán, polonio…). Cómo estén combinadas estas sustancias
y mezcladas con la celulosa del filtro que tienen las colillas, es lo que hace
que el tiempo de degradación de unas colillas sea superior a otras.
En cualquier caso, estamos ante periodos de tiempo muy
amplios, lo que hace de las colillas otro claro ejemplo de sustancia que
podríamos evitar lanzar a la calle si simplemente esperamos a cruzarnos con una
papelera. Las actuales tienen habilitada una zona para cenicero y depóstio de
colillas, ¿por qué no utilizarla entonces?
En Guadalmáquina queremos concienciar a todas las personas de lo
importante que resulta cuidar el entorno en el que vivimos. Gestos tan pequeños
como no tirar una colilla al suelo pueden contribuir a crear un mundo más
limpio o que nuestra cadena alimentaria no se vea alterada. Con muy poco,
podemos lograr mucho, ¿lo intentamos juntos?
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